Autora invitada y profesional de turismo regenerativo, Patricia Deva, escribe sobre La Festividad de la Virgen de la Candelaria y su relación con Carnaval y danzas autóctonas que se celebra cada febrero en Puno, Perú. 

El primer periodo de la historia del Altiplano puneño, luego de la invasión española, se extiende entre 1533 y 1657, son 130 años. El arribo de los misioneros católicos empeñados en la evangelización de los collas y en la extirpación de idolatrías crearon un dualismo entre la religión católica y las creencias originarias.

Origines de la Festividad de la Virgen de la Candelaria

La festividad de la virgen de la Candelaria se origina en el marco del cristianismo, mientras en los Andes la creencia era en los entes naturales como el Sol, la Tierra, el Agua, la Montaña y el Viento. En las islas Canarias, España se creía en la Virgen de la Candelaria. Ella se había aparecido como imágen a dos pastores y se le adjudicaban milagros. Es así que llega a Perú y, aunque no sabemos con certeza cuál es la versión correcta de su veneración lo que sí sabemos es que la religión católica utilizó a santos, vírgenes y cruces como una forma de evangelización del mundo andino. 

China Diablada con la Virgin de Candelaria en el fondo

La invasión española en los Andes peruanos originó un choque entre dos mundos. Se crea una yuxtaposición entre la religión andina, originaria y la religión católica. Conviviendo ambas hasta el día de hoy.

En éste contexto, la festividad de la Virgen de la Candelaria coincide con la cosecha de los primeros frutos de la tierra, en especial la papa, es el momento para agradecer a la madre tierra por la abundancia de sus frutos y para pedir un buen año agrícola. 

Llamas ataviadas con banderas de Peru están trayendo la leña para encender una fogata

La Fiesta de la Virgen de la Candelaria en Puno, Peru

Todos los años en el mes de febrero Puno, ciudad ubicada a orillas del lago Titicaca al Sur del Perú, rinde homenaje a la virgen de la Candelaria y a la Pachamama, la Madre Tierra.  El hombre andino se viste de colores, la fe es la común intención de sus ciudadanos, las calles se inundan entre la devoción y la danza, el sincretismo se hace presente. Se trata de una celebración a la diversidad cultural como testimonio de respeto y diálogo entre comunidades aymaras, quechuas y criollas; entre la ciudad y el campo; entre la cordillera, las orillas del lago y la Amazonía.

Una pareja baila durante la Festival de la Candelaria

 

La festividad de la Virgen de La Candelaria fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2014.

Las líneas que siguen intentan llevar al lector por un viaje a las diferentes etapas de la fiesta más esperada en el año, fiesta que hoy en un escenario post – covid se reinventa. 

Las Albas Marcan El Inicio de la Fiesta

Las “albas”,  esperan el amanecer, una  mezcla de culto, danza, canto y música, a los pies del  “Cerrito de Huajsapata”, el poder de un lugar que desde hace años da inicio a la festividad, quizá como una forma de seguir mostrando el respeto a la Pachamama y a los Apus (montañas). 

Cantantes vestidos en ponchos de amarillo oscuro bajan a un calle para empezar las festividades

Allí, los bailarines, sikuris e invitados se reúnen al frío de la madrugada y al calor de los ponches que invita con generosidad el alferado. Todos, cantando y bailando gozan hasta ver aparecer los primeros rayos del sol, símbolo de un nuevo día y señal del inicio del culto a la Virgen y a la Pachamama. Mientras llegan los primeros rayos de sol, todos en camaradería bajan desde el cerrito Huajsapata al encuentro de la misa en honor a la Virgen, el 2 de febrero, acompañados de cohetes y bombardas.

Danzas Autóctonas

El poblador puneño manifiesta sus alegrías y sus penas a través del baile y la música. Lo hace danzando por las calles, plazas y parques de la ciudad. Llegan desde las zonas rurales las danzas autóctonas matizadas de colores al ritmo de instrumentos ancestrales como los pinquillos, quenas, tarkas y sikus.

Un hombre vestido en sombrero y traje colorido tocando un instrumento de viento
Una china diabla con alas con alas enmarcadas en violeta

Las danzas autóctonas son la expresión de nuestra identidad andina tanto del lado aymara como del lado quechua. Cada una de las danzas muestran una actividad, sea ésta de cosecha y pastoreo; de tejedoras e hilanderos, está la representación de la caza, también la danza de guerreros, los carnavales o wiphalas, hay las de sátira, y los infaltables sikuris que impregnan el ritmo y la pasión por los Andes. Es importante destacar que Puno tiene aproximadamente 300 danzas, todas muy diferentes en vestimenta y ritmo, en consecuencia la llaman «capital del folklore peruano».

Si usted viajero disfruta del arte, la danza, el colorido y la música interpretada con instrumentos ancestrales ésta es una experiencia para disfrutar. Los mil colores del mundo andino desbordado de arte y cultura.

Hombre tocando un instrumento de viento ancestral

Trajes de Luces

Los puneños veneramos a nuestra patrona con música, canto y danza. La Festividad de la Virgen de la Candelaria creció paulatinamente y pasó de ser una fiesta celebrada únicamente el 2 de febrero, a ser un acontecimiento masivo y fastuoso, motivando la institución de: “la octava de la fiesta”. Una tradición cuestionada por un sector conservador de la iglesia católica, al considerarlo como un acto pagano que colisiona con los principios cristianos.

Una china diabla trae una máscara con cuernos amarillos gigantes y cabello amarillo brillante
La waca waca, una mujer, trae hasta doce polleras de colores brillantes

En la octava de la fiesta, irrumpen en la ciudad los trajes de luces:

  • la diablada (danza entre el bien y el mal)
  • la morenada (una alegoría a los esclavos que llegaron en época de la colonia)
  • waka waka (reflejo de una sátira a la corrida de toros)
  • llamerada (representa al andar de los arrieros)
  • kullawada (el mundo de los tejedores e hilanderos)
  • kallahuaya (danza de curanderos, los yatiris)
  • caporales (con sus pasos resaltan la fuerza de los hombres y sensualidad de las mujeres)

Y no pueden faltar los diferentes grupos de zampoñistas que endulzan cada uno de los días de esta fiesta.

Musicos vestidos en camisas blancas, chalecos de los colores del arco iris, y sombreros de cielo azul tocan instrumentos de viento

Durante el recorrido bailan los diablos con los ángeles; los osos y las máscaras, las mamachas con los caporales, los morenos, las china-diablas, los ayarachis, los sikuris y así prácticamente toda la ciudad, desde el amanecer hasta el anochecer. Después del día principal cada uno de los grupos realiza su cacharpari (fin de fiesta) por lo que la ciudad seguirá bailando por muchos días más. En éstas fechas si se quiere disfrutar del silencio de la noche es mejor salir de la ciudad.

Participantes de la procesión vestidas como osos en colores de negro, cafe, y blanco

 Los Carnavales y la Pachamama, la fiesta continúa

“El carnaval andino es una celebración agrícola prehispánica de agradecimiento a la Pachamama esa madre tierra que nos provee de frutos y a quien debemos cuidar con devoción, agradecerle con alegría que, gracias a ella tenemos la vida; celebrar sus primeros retoños, sus primeras flores, sus primeros frutos, celebrar a la vida derrotando la tristeza”  ~Enriquez, La fiesta en mi pueblo es con wiphalas, 2011

Se trata pues de un tiempo ritual y sagrado para las comunidades rurales.  En consecuencia, cada pueblo tiene una celebración importante. El Pujllay o carnaval tiene diversas manifestaciones a lo largo de toda la región, tanto del lado quechua como aymara. La más representativa es la “wiphala”, danza en la que el principal accesorio en la coreografía es una bandera blanca, reproduciendo la alegría existente durante el cuidado a la tierra en el sembrío.

Danza dominada al patrimonio cultural de la nación por su representation de la cosmovisión andina | @Ernesto Aliagoa Montesinos
Particpantes de la procesion traen collares de brillantes colores y sombreros rusticos

Actualmente, son varias las danzas de Puno que han sido declaradas Patrimonio Cultural de la Nación, una de ellas es el carnaval de Patambuco que reúne en su coreografía el ciclo agrícola, la importancia de la tierra y el agua, además, muestra la cosmovisión andina.  

Con la intención, de llevar al lector por un viaje  a los carnavales de esta región del Perú le contamos que se inician el domingo de carnaval con el adorno de las casas con flores amarillas en sus veredas en señal de buen año agrícola.  Es el día de “compadres y comadres”, manifestación del ayni (principio de la reciprocidad andina). Día en que los compadres,  lo más cercano a la familia, se reconcilian, se visitan para llevar regalos en son de amistad, es necesario estar en armonía antes de la llegada del carnaval pues la fiesta es de agradecimiento a la Pachamama. 

Una pareja vestida en traje tipico danzen el K'ajelo

Llegan los grupos de diferentes comunidades ataviados con sus trajes típicos tocando los pinkillos, instrumentos musicales ancestrales.  Se tocan durante los carnavales como símbolo del llamado a la lluvia.

Mientras tanto, en la ciudad se inicia el juego con agua, pintura, polvos de colores y en los últimos años un chisguete de espuma (nada natural). Sale la reina de carnaval y nuevamente las calles, plazas y parques son escenario, esta vez, de bailes, tarkadas y pujllay (juego, en quechua). 

Aquí tocando el pinkillo, instrumento ancestral andino
Un joven vestido en rojo con una bandera de rayos rojas y blancas

Las Pandillas o Marinera Puneña cierran los carnavales

La pandilla o marinera puneña nace hace siglo y medio, es una danza de origen mestizo-urbana y se instaura para dar por finalizado el carnaval.

Bajan desde diferentes puntos las comparsas con sus “estudiantinas” (músicos que acompañan a los danzarines con guitarra, mandolina, guitarrón, charango y acordeón) salen bailando desde diferentes zonas de la ciudad. Las cholitas vestidas con polleras de vivos colores, mantones que hacen juego, botas cortas de color blanco y el típico sombrero puneño, acompaña su vestimenta el pañuelo que va al vaivén de la música. Los cholitos, vestidos con pantalón blanco y saco negro con mantón al hombro y sombrero negro acompañados igualmente con el pañuelo al vaivén del acordeón. Dicen que la danza nace de los típicos paseos al campo de las familias, fiestas aquellas que terminaban en canto y baile, diremos que la pandilla puneña nació al calor y emoción de los carnavales, el miércoles de ceniza y que luego se hizo oficial para dar por culminado el carnaval.

Pareja de pandilleros danzando frente a la Catedral de Puno

Un mes completo para reconectar con la cultura y la identidad del mundo andino. El poder de un lugar que nos ayuda a comprender que todos y todas somos hijos e hijas de la misma madre Tierra.