En el camino de vuelta del Quilotoa a Quito, hay un desvío que no aparece en la mayoría de los mapas turísticos, la Ruta de la Máchica, un molino familiar de quinta generación y un proyecto cultural dirigido por Freddy Molina, un hombre cuyo apellido proviene de la palabra española «molinero». Con una contextura larga y delgada, de alguien que se ha pasado la vida trabajando con las manos, Freddy nos recibió con un sombrero de lana de ala ancha adornado con una banda de hilo brillante dorado – el único adorno de un atuendo por lo demás práctico de jeans y camisa de marca.
Nuestra guía, Jacquie, había reservado esta parada como una grata sorpresa y un descanso del largo viaje a Quito. Lo que encontramos allí fue una celebración de tradición, sabor y conexión cultural.

¿Qué es Máchica?
La Máchica es una harina de cebada tostada que ha alimentado a los pueblos andinos durante generaciones. El proceso es sencillo pero preciso: primero se cosecha la cebada, se seca y luego se tuesta sobre una llama directa. Una vez que alcanza el color y el aroma adecuados, se muele hasta obtener un polvo fino -tradicionalmente sobre piedra, aunque Freddy utiliza ahora un molino eléctrico equipado con una rueda de piedra para honrar las viejas costumbres.
En la sierra ecuatoriana, la máchica se considera un superalimento. Es rica en nutrientes, duradera e infinitamente adaptable. La llevan los campesinos a los campos, envasados por los viajeros como fuente de energía rápida y se utiliza tanto en rituales sagrados como en las comidas cotidianas. Esta harina es mucho más que un alimento básico en la cocina: es un símbolo de resistencia, identidad y sostenibilidad.

Nuestra experiencia práctica
Nuestra visita comenzó en la huerta, un floreciente jardín detrás de la casa y el taller, donde nos invitaron a plantar semillas de cebada en una parcela con plantas de cebada de distintas edades: algunas apenas tenían una semana, otras estaban casi listas para la cosecha. La huerta también rebosaba de maíz de tallo morado, enredaderas de frijoles largos y romero aromático.



A continuación, Freddy nos guió por el proceso de recolección: arrancar las semillas de los tallos maduros, quitarles la cáscara y prepararlas para tostarlas.
En el tiesto, una olla circular de metal colocada sobre un fuego de leña, nos turnábamos para sacar la cebada con una larga pala de madera. Cuando los granos empezaron a saltar, el aire se llenó del reconfortante aroma del grano tostado, un momento que nos resultó profundamente familiar y a la vez totalmente nuevo.

Mientras esperábamos a que se enfriara la cebada, Freddy nos introdujo en los juegos tradicionales que se practican durante las celebraciones del Día de los Muertos en noviembre: canicas lanzadas a un cuencos y trompos de madera. Incluso conseguí hacer girar uno, aunque necesitaré más práctica para enrollar la cuerda lo bastante fuerte.
Dentro del molino, la cebada ya enfriada se transformaba en harina fina con un cálido aroma a nuez. Freddy también nos mostró el subproducto: un residuo sedoso que tradicionalmente se utiliza para calmar la piel de los bebés. Nada se desperdicia en este proceso.



Cómo se utiliza Máchica
Una vez que comprendes cómo se fabrica, empiezas a ver cómo encaja la máchica en la vida cotidiana de Cotopaxi:
Colada de Máchica: Una bebida caliente y nutritiva hecha con máchica, leche o agua, panela (azúcar de caña sin refinar) y canela. Probé un pequeño sorbo y me sorprendió lo mucho que me recordaba a la horchata mexicana, con un sabor más profundo y tostado.
Helados y dulces: Freddy ofrecía helados, alfajores e incluso licor infusionado con máchica, todo hecho in situ.
Espesante para sopas: En los platos tradicionales, la máchica enriquece los guisos y las sopas, añadiendoles cuerpo y sabor.
Cuidado de la piel: La harina sobrante del molino se utiliza como polvo suave para calmar la piel, sobre todo la de los bebés con dermatitis del pañal.

Por qué importa Máchica
Máchica es más que un ingrediente. Representa una conexión: con la tierra, con la tradición, con la comunidad. En Latacunga, la gente se llama orgullosamente mashqueros, apodo derivado de esta humilde harina. Aparece en rituales, festivales, almuerzos escolares y puestos de carretera, llevando consigo historias de perseverancia y adaptación.
En la Ruta de la Máchica, esas historias cobran vida. Están plasmadas en los murales de Aya Huma y cóndores tocando guitarras, se cocinan en las bebidas y postres, y se graban en la pared donde cada visitante firma su nombre antes de irse.
Como nos dijo Freddy, al final de nuestra visita no éramos simples invitados, sino mashqueros de corazón.

¿Quieres hacer tu propia Colada de Máchica?
Puedes llevar el sabor de los Andes a tu cocina con sólo unos pocos ingredientes. Mira el vídeo de Freddy en YouTube.
O prueba esta sencilla versión de Colada de Máchica naturalmente vegana:
Ingredientes
- 1 litro de leche vegetal o agua (Freddy recomienda la leche de arroz)
- Canela, clavo o Ishpingo
- Panela cruda (o azúcar morena) a gusto
- ½ taza de máchica (encuentra harina de cebada tostada en Amazon)
- Una pizca de sal (Freddy no la utilizó, pero un poco de sal puede potenciar el sabor)
Instrucciones:
- Llevar a ebullición suave la mezcla de agua y leche con las especias enteras.
- Añade panela y una pizca de sal.
- Bate lentamente la máchica para evitar que se formen grumos. Recomendamos utilizar una batidora en lugar del tenedor que Freddy utiliza en el video.
- Revuelve a fuego lento hasta que la mezcla espese a tu gusto.
- Retira las especias enteras antes de servir.
- Sírvelo caliente y disfrútalo. O, enfríalo y pruébalo frío en un día caluroso. ¡También es delicioso!
Información para su viaje
Aunque abre de viernes a domingo, este pequeño establecimiento familiar agradece las reservas. Asegúrate de ponerte en contacto con Freddy Molina antes de tu visita, especialmente si quieres ir de lunes a jueves. Puedes ponerte en contacto con él a través de Facebook, Instagram o WhatsApp llamando al +593 99 681 7201.
La Ruta de la Máchica es sólo un pequeño desvío de la E35 entre Latacunga y Pujili.
- Dirección en Coche, utiliza WAZE y busca La Ruta de la Máchica.
- Cómo llegar en transporte público Puedes coger un autobús a Latacunga desde cualquier ciudad importante de Ecuador. Desde allí, te recomendamos que contrates un taxi local.
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