Normalmente las historias se cuentan desde el inicio o algo parecido a un génesis de la vida o de la existencia, donde recordamos la bella infancia y los avatares de la juventud; hasta nuestros días actuales. Pero, en esta ocasión quiero empezar por el final, tengo esas enormes ganas de contar las aventuras e historias de un guía; que finalmente ha sido guiado.
El Guía Guiado
Mi nombre es Edison Benitez, un guía profesional de turismo en Ecuador, caminando hacia los 30 años de recorrer este pequeño paraíso situado en el corazón de América, aunque muchos dicen que vivimos en plena mitad del mundo ( también es verdad).
Mi ciudad de origen es Quito, la capital y a la vez Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1978, cuna de personajes bastante intensos y por demás apasionantes; como por ejemplo: un indígena que hizo un pacto con el diablo, para construir una iglesia, o de ese clérigo que saltaba sobre un Cristo crucificado para salir a cantar y bailar en las polvorientas calles de antaño. La ciudad de los duendes y geranios, soy de esa ciudad donde existió un médico que ya sabía sobre viruelas y otras pandemias, pertenezco a la ciudad donde llegó el mariscal Sucre y nos dejó la libertad, vivo en la ciudad donde se enamoró Bolívar y fueron masacrados García Moreno y Alfaro (considerados entre los más importantes de nuestra historia).
En fin, Quito es una ciudad donde las leyendas y las historias verdaderas se mezclan y dan como resultado esa amalgama de eventos culturales cargados de magia y poesía. Me parece que estoy algo enamorado de esta ciudad coqueta y me he quedado atado a una brevísima descripción de la ciudad patrimonio.
Sin embargo, mi relato en esta ocasión no es sobre Quito, aunque los eventos se dieron en sus alrededores y más puntual aún; en su montaña emblema llamada el Rucu Pichincha.
El Pichincha, Un Complejo Volcánico
El complejo montañoso de los Pichinchas comprenden varias montañas, volcanes y domos volcánicos en actividad y extintos; en el caso del Rucu (viejo) Pichincha es un volcán que ya tiene varios siglos extinto junto a su hijo el Guagua (el niño) Pichincha, aunque por rapidez y desconocimiento decimos que este volcán está en plena actividad y que, gracias a los milagros y predicciones de la primera santa del Ecuador llamada Mariana de Jesús, el está tranquilo y no afectará a la ciudad. Aunque si, si tenemos una actividad volcánica que nos asedia, pero justo detrás del guagua y es un domo volcánico llamado EL CRISTAL, ese si tiene actividad y nos mostró su poder en 1999 cuando todos los quiteños pudimos admirar una erupción que dio como resultado un hongo gigantesco de ceniza y material piroclastico.
El Pichincha en su conjunto es el complejo volcánico mimado por muchos artistas, músicos, pintores, poetas y expedicionarios; sin mencionar que en sus flancos se desarrolló la batalla final contra las huestes españolas, allá por 1822.
Desde mi casa siempre lo puedo admirar y desde hace varios años tenía esas ganas enormes de subir a lo más alto de la ciudad, quería evocar las hazañas de Rumiñahui, La Condamine, del Dr. García Moreno, de Edward Whymper, y otros personajes que lo han escalado desde siempre.
Una aventura de celebración
Pero ocurre también lo inesperado o lo desechado y ese sueño no se hacia realidad desde hace varias décadas, hasta que por fin llegó el día.
El 6 de diciembre de cada año se celebra un año más de la fundación española ocurrida en 1534, cada vez más llena de polémica y discusión entre los defensores y contrarios a la madre patria. Pero en el pasado diciembre quise saludar a Quito desde las nubes, me quería ir hacia lo más alto y lo más lejano posible, solo sin amigos, sin mi mascota, sin nadie….
Y así empezó la aventura, con una mochila algo lista con agua, café caliente en un termo, un puñado de chulpi (una variedad de maíz tostado), unos pancitos (pan con cariño), una chaqueta para el frío, un pantalón sin mucho que ofrecer contra el clima frío de las alturas, y lo más importante unos tenis, que para nada eran aptos para hacer, lo que luego terminé haciendo.
Hasta llegar a la cumbre de Rucu Pichincha
Luego de 20 minutos en el teleférico, llegué a los 4100 metros y desde ahí ya no había vuelta atrás, mi mente solo pensaba en ganar más y más altura hasta llegar a la cumbre del Rucu Pichincha (4784 msnm). En el trayecto iba dejando atrás a turistas de otras regiones del país, a un par de turistas extranjeros con su guía que explicaba sobre la ciudad, a unos niños jugando en el columpio del cielo, a jóvenes enamorados que subían tomados de la mano; y hasta unas chicas con sus mascotas. La cosa no pintaba nada mal (según mi perspectiva de aventura) y seguía caminando como un desesperado, como si alguien me perseguía y no me daba tregua, y poco a poco iban quedando atrás la gente y mis temores y mis demonios (todos tenemos uno, de eso estoy seguro).
Entonces, en un momento determinado no tenía a nadie delante o detrás de mi, fue cuando no tenía idea por donde continuar y solo seguía un sendero, ese mismo sendero que no debía tomar, pero que a la vez no lo sabía; puede ser que ese Ecuadorian Hillstar me distrajo y me llevó por el camino errado??!, entonces en un santiamén (en un instante) estuve frente a unas rocas que eran escaladas por un grupo de unas 8 personas, pues bien; yo empecé a subir detrás de ellos, porque yo pensaba que esa era la ruta.
¿No es por aquí la subida hacia la cumbre del Rucu?
Para mi fortuna, en ese grupo había una chica que al parecer demoraba esa escalada en roca y los pude alcanzar, entonces; desde más arriba una voz me grita: “oiga amigo está yendo ud también al PASO DE LA MUERTE? “ (era Miguel el guía del grupo) y yo le respondí: no tengo idea, acaso no es por aquí la subida hacia la cumbre del Rucu?
Recordemos que era la primera vez que visitaba al coloso Pichincha y no tenía la más remota idea que había tomado la ruta de los andinistas y conocedores de media montaña y escalada en roca.
Inmediatamente el guía dispuso que me ubique en la mitad del grupo y haga exactamente lo que ellos hacían para seguir en la escalada; las cosas no se veían bien desde tan arriba pero a la vez ya era muy tarde para regresarme y tomar la ruta menos peligrosa y sin mucha adrenalina.
Luego de una hora y media más o menos de escalada (recuerdan que tenía unos “tenis” y no zapatos de trekking) llegamos al famoso PASO DE LA MUERTE, que es un abismo de alrededor de 100 metros de caída al vacío y el paso es por una mínima parte de camino y mirando hacia la roca, del otro lado también un abismo profundo, y lo mejor de todo; era imposible regresar.
El Paso de la Muerte
Pasamos de uno en uno con cero nervios, y extrema concentración, no hay oportunidad para equivocarse, aún peor un pequeño paso en falso, yo tenía en la mente a mis zapatos que no eran aptos para pasar por ese lugar de terror, y ahí llegó la sapiencia del guía y me ayudó brindándome confianza y mostrándome la manera de como debía hacerlo…. el guía era guiado!!!
Así, luego de tan terrible experiencia pero a la vez aprendiendo una lección de vida (paciencia y confianza en uno mismo) llegamos todos a la cumbre, ahí nos esperaba un CURIQUINGUE (Caranculated cara cara).
Desde ese inolvidable 6 de diciembre no he dejado de subirme a las cumbres de media montaña y ya llevo 6. Quien diría que a mi medio siglo de vida, esté subiendo montañas como un joven lleno de adrenalina, finalmente considero que jamás es tarde para hacer lo que te llena el alma, el espíritu y la paz interior.
Espero con ansias los fines de semana, porque hay tantas montañas en este hermoso país que, siempre es posible elegir una nueva aventura y una cumbre más a la lista.
El guía guiado, estará por aquí muy pronto para seguir compartiendo experiencias turísticas y datos históricos, culturales y naturaleza.
Hasta la próxima !